Mi pasión por el deporte en general, y por el hockey sobre patines en particular, viene desde muy pequeñito. Estudiando en el Colegio El Pilar, en Pola de Lena, lo que más llamaba la atención del patio del colegio era la pista de hockey sobre patines, donde veíamos entrenar a los mayores; ¡era una pasada! Así que, con 5 años, cuando tuve que elegir una actividad extraescolar, no lo dudé, yo quería patinar. Ahí fue cuando me inicié en un deporte al que más de 30 años después sigo unido.

Mi etapa de jugador llegó hasta los 16 años, cuando decidí centrarme más en el atletismo y dejé un poco de lado el hockey. Pero uno de mis hermanos seguía jugando y cada fin de semana que tenía partido iba a verle jugar. Ahí es donde surgió la idea de arbitrar. El entonces presidente de la federación de patinaje me comentó que buscaban árbitros y pensé que habiendo jugado tantos años no sería difícil aprenderme bien las normas y probar a arbitrar a niños; así me sacaría una paga extra los fines de semana, ¿Qué podía salir mal? Hice el examen y una semana después estaba debutando en un partido de niños de 6 años.

Tengo que reconocer que apenas pité nada, ya que los nervios me dejaron un poco paralizado. A la semana siguiente la cosa fue algo mejor. Y así, como un hobby, casi por casualidad, empezó lo que se convirtió en un pilar fundamental de mi vida.

Durante mi etapa de estudiante universitario cada fin de semana estaba destinado al arbitraje. Esta fue la etapa más dura, ya que normalmente solía arbitrar sábados y domingos por la mañana, así que, mientras mis amigos se iban de fiesta, yo me iba pronto para casa para madrugar al día siguiente. Por aquel entonces me parecía una faena, luego me di cuenta de que todo logro requiere un sacrificio.

Unos años más tarde, en 2007, con 20 años, ascendí a categoría nacional. Empecé a arbitrar en 2ª división. Por aquel entonces arbitraba más o menos un partido al mes en categoría nacional, normalmente en Cataluña, que es donde se concentra el mayor número de licencias de hockey en España (en categoría nacional aproximadamente el 70% de los equipos son catalanes).

Fueron pasando temporadas y, con trabajo y constancia, llegaron los éxitos. De 2ª división a 1ª división (“División de Honor” por aquel entonces y “OK Liga” en la actualidad)

En el año 2015 ascendí a la categoría de árbitro internacional y justo en ese año empecé de APM en MAPFRE, entre otras cosas porque podía compatibilizarlo con el arbitraje, ya que normalmente los partidos se celebran en fin de semana.

No se me dieron mal los siguientes años y fueron llegando más premios… deportivos y laborales. Mejor árbitro de Europa (2019) – Mejor árbitro de España (2022), participaciones en Copas del Rey, Finales de Liga Europea, mundiales… y laboralmente llegó mi oportunidad como delegado en marzo de 2020, acompañado de una pandemia, que, aunque hizo más difícil el comienzo, iba a ser un reto más por el que luchar.

Este último periodo, el de la vuelta a la normalidad deportiva, ha sido espectacular para mí. Lo más destacado ha sido mi participación en el mundial que se disputó a finales de 2022 en San Juan (Argentina), la ciudad mundial del hockey sobre patines, en la que se vive este deporte con pasión. Arbitrar a la selección argentina delante de miles de espectadores fue una experiencia imposible de describir, Creo que es lo máximo a lo que se puede aspirar. Y por último este mes de mayo estuve en Viana do Castelo (Portugal) arbitrando la final de la “Champions” de hockey, en la que el Porto se coronó campeón de Europa.

Esta es mi otra vida fuera de MAPFRE, más que un hobby…¡una pasión!